jueves, 6 de noviembre de 2008

El Ikebana era cosa de hombres, de algunos hombres...

Dicen que tras una cruenta batalla en la que el ejercito de Oshimi uno de los dos señores feudales que estaban enfrentados fue finalmente aniquilado, el ejercito Mishita, victorioso, se dirigió a la casa del derrotado. Encontrándola en total silencio. Entro solo el señor de la guerra en la estancia principal de la vivienda, llena un suave olor a incienso, dejando a sus samurais esperando en otra estancia, se sentó frente al Tokonoma y se quedo observando el Ikebana que había realizado Oshimi, paso largo rato contemplándolo... hasta que las lágrimas dejaron de correr por sus mejillas, después encendió un nuevo incienso y salio de la estancia, ordenando a sus hombres que cogieran con cuidado los cuerpos de su enemigo y su familia y les rindieran honras fúnebres como si de el mismo se tratase.

Los encontraron en la caseta del jardín dedicada a la ceremonia del té, las tazas sobre la mesa, el agua caliente sobre el rescoldo de las brasas, la esposa y los dos hijos decapitados, Oshimi con el vientre abierto y atravesado con su katana, tras hacerse el harakiri.

Mishita, también seguidor del kado, comprendió el sentimiento del ikebana de su enemigo Oshimi, que como el mismo, si hubiese estado en el mismo trance no le permitió que esclavizara a su familia ni que acabara con su vida, así que tras servirles el té y despedirse de ellos, les corto la cabeza a los tres, tras lo que coloco en el tokonoma la caligrafía mas preciada de uno de sus antepasados, realizo el ikebana cuya contemplación hizo llorar Mishita, y tuvo el honor de quitarse el mismo la vida junto a sus seres queridos, en el rincón mas hermoso de su jardín. Entre las azaleas.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

El Tokonoma, en las casas tradicionales japonesas y en las actuales que disponen del espacio para ello, es un pequeño altar sintoista casero, (una especie de armario empotrado o no, sin puertas o con puertas correderas y cuyo suelo un poco mas elevado que el resto de la habitación no se puede pisar,) dedicado entre otras cosas a rendir culto a los antepasados. En la pared frontal se colocan
Caligrafías, arte tan valorado por ellos como misma pintura o dibujos, normalmente de paisajes u otros motivos naturales. (No olvidemos que los primeros santuarios sintoistas eran en plena naturaleza, un espacio en el bosque, una cascada o recodo de un río, un grupo de rocas aislado emergiendo del musgo, la hierba o el mar, e incluso un árbol centenario, que en ocasiones se rodeaba con una gruesa cuerda con unos nudos especiales.) En el suelo un ikebana, cuya composición varía según la época del año, si se celebra alguna fiesta especial, en honor y como bienvenida a los huéspedes o visitas importantes, para recordar a un antepasado fallecido, o simplemente según el estado de animo de quien lo realiza. Pensemos que utilizando
el significado de las flores, de los los colores y los estilos, el ikebanista practicante del "kado" el camino de las flores, es capaz de transmitir sensaciones y sentimientos. En suelo del tokonoma también se queman inciensos y se encienden velas, y en algunas ocasiones se exiben bonsais (los arboles en miniatura que todos conocemos) y seikeis (piedras que por su forma reproducen una montaña o cordillera, un animal, o tienen alguna otra característica que las hace singulares y para las que se acostumbra a tallar una base de madera en la que son encajadas,) otras dos Artes Japonesas. El concepto del artes para ellos es diferente al nuestro y artes son la caligrafía, la cerámica, la construcción de jardines, la ceremonia del té, las artes marciales, los haikus, todos ellos en el fondo diferentes caminos de introspección y meditación.

Tokonoma, en una vivienda moderna